La sequía motivó a retrasar la implantación o en algunos casos resembrar el maíz. Ante este contexto, desde el INTA Rafaela realizaron un estudio sobre los escenarios y las alternativas.
La experimental santafesina evaluó las distintas fechas de siembra e híbridos desde mediados de enero hasta fines de febrero. Los resultados arrojaron que los rendimientos medios de materia seca fueron de alrededor de 11.000 – 13.000 kg/ha con valores máximos de 14.000 – 15.000 y mínimos de 7.000 a 9.000 kg/ha.
“Variando estos rendimientos según el híbrido utilizado, la tecnología aplicada y la fecha de siembra disminuyendo en general a medida que se atrasa la misma”, aclararon.
Al mismo tiempo, explicaron que el contenido de espiga para estas fechas de siembra puede tener un valor medio de alrededor de 50 % con valores máximos de 61% y mínimos de 30%. Además, señalaron que en la región centro-oeste de Santa Fe se logra un buen llenado y producción de granos.
En cuanto a la calidad de la planta, cuando se la compara con los maíces tempranos o los tardíos, presenta valores similares o un poco mejores especialmente en el % de FDN, FDA y LDA.

Maíz
“Los mejores resultados se obtuvieron con fechas de siembra de mediados a finales de enero. Las implantaciones de febrero si bien son factibles de realizar, se aumenta el riesgo de efectos adversos provocados por heladas tempranas que pueden afectar la formación de granos y la calidad de la planta, en mayor o menor grado, dependiendo de la severidad de las mismas”, detallaron desde el INTA.
Al mismo tiempo, la experiencia les arrojó que, si bien se han producido heladas agronómicas, no provocaron daños significativos sobre la producción de biomasa total, en el llenado de granos ni sobre la calidad de la planta. “Hay que tener presente para la planificación forrajera, que la cosecha se realiza desde mediados a fines de mayo (para las siembras de mediados a fines de enero) y en junio para las siembras de febrero”, comentaron.
Desde el INTA remarcaron que la siembra de maíz en esta fecha es una alternativa interesante para la cuenca lechera central, ya que le permitirá al productor compensar en parte el volumen de forrajes conservados que no se pudo lograr con los maíces tempranos y especialmente los tardíos.
“La elección de sembrar maíz para silaje en estas fechas se la puede asociar o complementar con la utilización de los cultivos de invierno, como avenas de ciclo corto implantadas a fines de febrero que con la calidez del otoño florecerán temprano y podrán ser cosechadas en junio – julio, o la implantación en mayo – junio de avenas o trigos de ciclo largo. Otra alternativa es la cebada forrajera, para ser picada en septiembre – octubre”, concluyeron desde el INTA